miércoles, 13 de mayo de 2009

El país de las sombras largas (fragmento)

Si intentas imitar a los hombres blancos, estás perdida, Ivalú, como lo están ellos en la tierra de los hombres, si no tienen leña y carbón. El dios de los hombres blancos no tiene el poder de proteger ni a ti ni a ellos en los hielos polares: el frío lo paraliza. Muchos, pero muchos hombres blancos intentaron siempre avanzar hacia el norte con equipos enormes, con enormes cantidades de carbón y estufas, con infinidad de perros, trineos y barcos humeantes; pero su dios siempre los dejó plantados y se volvió a su casa apenas se agotó el combustible, de suerte que tales viajes debieron quedar interrumpidos por la mitad o terminaron en algún desastre. Alí donde reina el hombre blanco, tú eres ignorante; pero en tu tierra, los ignorantes son ellos. Por eso un curandero te dice: Vuelve a los silenciosos hielos del norte, donde tú eres sabia, pues no existe pecado más grave que el de la ignorancia, y allí estarás al resguardo de los hombres blancos y de la venganza de su dios, que tiene los mismos rasgos que ellos: rasgos de tirano fúnebre y vengativo, que fija un precio a la salvación y encadena a sus hijos en lugar de hacerlos libres. Huye de un dios que te dice: Quiero ser amado sobre todas las cosas, porque de no ser así, te arrojaré a un horno en llamas. Cree en cambio, en un dios que te diga: Pequeña Ivalú, te amo mucho, y no deseo otra cosa que tu felicidad.

1 comentario:

Juliette dijo...

ay qué lindo!!! re tierno!!!

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